lunes, 26 de mayo de 2014

UNA PUERTA AL PARAÍSO

Fotografía: Fran Gala @erfran72

¡Saludos, pupiler@s! 

Esta semana continuamos con una serie de colaboraciones de otros escritores diferentes de Rosa Muro (@pink_wall). Esta vez le hemos brindado una de las fotografías de Fran Gala a nuestra maravillosa Mara para que inventara una historia llena de encanto, tal y como es ella. Esperamos que el resultado os guste tanto como a nosotros. ¡Gracias Mara! Esperamos que disfrutéis de su delicadeza con las letras, su dulzura y su sencillez. Si os quedáis con ganas de más podéis leerle en villamara, su maravillosa casa.


  

No sé bien donde estoy, ni si he llegado. Con los ojos abiertos sólo veo oscuridad. Si los cierro, vislumbro una puerta estrecha pero enmarcada de vida, abierta de par en par para mí y mi bebé, tapizada de esperanza por sus bordes, plena de savia fuerte, alimentando hojas verdes y frescas, escupiendo oxígeno puro y gotas de agua dulce. Así debería ser la entrada de cualquier paraíso; el que yo sueño, el que sueñan los que dejé atrás y los que me acompañan en este viaje: el paraíso es una promesa de futuro, con una puerta tras otra que traspasar…

Respiro hondo y despierto del todo. Por fin he dejado atrás el viento abrasador que quema los pulmones en la aldea donde viví, pobre y hambrienta, con sus ramas secas, sus maltrechas casas de adobe y la tierra árida que se abre en dolorosas grietas, alimentándose con savia de sangre de los que se matan por un puñado de maíz. Ahora noto la brisa del mar tumbada en la orilla; otra puerta superada…

Está amaneciendo y veo las primeras luces del día. Siento dolor y sed, pero mi bebé ha despertado y gime en mi regazo. Por él hago el esfuerzo y aparto el salitre de su mejilla de ébano. Se mueve inquieto buscando el dulce de la leche de mi pecho. Una gota más que no sé si puedo ofrecerle. El viaje en la barcaza, atravesando el mar, ha agotado lo poco que queda de mí; días de terror apartada en la popa, arrinconada por el resto mientras protegía al pequeño bulto atado a mi cuerpo, todos apretados gritando sin eco al vaivén de la furia de las olas y la inclemencia del sol.

“Tranquila. Están bien. Le ayudaremos…”, suena una voz fresca y cantarina a mi lado. Brota de un rostro compasivo y luminoso, de intensa mirada verde. Quiero creerla y me permito vivir, descansar y soñar con una nueva puerta al paraíso... 


Texto: Maria José Barroso

Twitter:  @Mara_BC

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