lunes, 23 de junio de 2014

EL AMIGO DE NICO

Fotografía: Norberto Santos @norbertosl

Queridos pupileros:

Como muchos sabréis nuestro blog tiene alma mitad sevillana mitad pamplonica. Es por eso que ya nos encontramos calentando motores para disfrutar de los festejos en honor a San Fermín. Esta semana queremos compartir con vosotros un pequeño relato con el que hemos participado en el IV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín, en el que se nos retaba a contar algún aspecto de las fiestas en tan sólo 204 palabras. Seguro que muchos de los que nos leéis desde Navarra os veréis reflejados en nuestro personaje. Esperamos que disfrutéis tanto leyéndolo como nosotros escribiéndolo. No ha habido suerte en el concurso, pero ya estamos con las pupilas bien abiertas en busca de ideas para la convocatoria del año que viene.
Os animamos a dejarnos un comentario sobre vuestra experiencia en los Sanfermines si es que habéis tenido la suerte de poder vivirlos en directo. Ahí va nuestra historia:





Corrió despavorido intentando escapar del cabezudo con cara de vinagre. Atravesó la plaza entre el gentío, ensordecido por el sonido de las charangas, buscando un escondite. Al ver el portalón entró sin pensar. El silencio le paralizó un instante, pero enseguida decidió que aquel lugar le gustaba.  

Se acercó a un banco y se sentó. El tintineo de las velas le tuvo entretenido un rato. Entonces le vió. Tenía la tez morena, sonrisa cercana y mirada chispeante. Le guiñó un ojo. A él le dio la risa y se tapó la boca intentando ocultar que le faltaba un diente.

-  Hola Nico. Hacía mucho que no venías por aquí.

Abrió los ojos como platos al escuchar su nombre. Se puso tan nervioso que le entraron ganas de hacer pipí.

-  No temas, pequeño. Tus padres vinieron a verme cuando naciste. Es normal que no me recuerdes.

Nico se puso colorado, balbuceó algo y salió corriendo atolondradamente empujando a su paso un atril que cayó al suelo con estruendo. El moreno soltó una carcajada.

Se abrió de nuevo la puerta de la iglesia y entró un grupo de turistas. Él se ajustó la mitra y recompuso el gesto estático. Pero sus ojos divertidos continuaban chispeando. 


Texto: Rosa Muro @pink_wall


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