Soñar que soy manantial. Desear
hasta el delirio, desde mis aguas dormidas, que te acerques a mi orilla y las
despiertes. Dejar correr mi torrente por debajo de tus ojos cuando te asomes a
mí y sentir que rozas mis márgenes con tu pelo. Y cuando te hayas asomado,
hacer que pare la corriente. Que tu mirada encendida transforme mi fluir sereno
en borbotones. Entrecortar mi respiración de riachuelo, hasta entonces sosegado,
al sentir el calor de tu mano, que se acerca como si fuera a tocarme, pero que
decide pararse a mitad de intención. Aventurarme a ser yo quien te salpique
primero. Concentrar todo mi mundo en
sentir que me acaricias, que resbalo entre tus dedos y que me dejo caer con
desidia en el abismo de tu piel. Que te inclines aún más hacia mí y permitir
que tu mirada se adentre en mis profundidades, que ahora ya son más oscuras. Gozar
de cada segundo de esa incursión hasta que llegues a tocar fondo. Y que mis aguas
acaben estallando de placer y que tú estalles con ellas. Soñar que soy
manantial. Despertar y comprobar que mi cauce ahora está seco porque me has
bebido entero.
Uf! Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti Rafa. Nunca un comentario tan escueto nos dijo tanto :-)
EliminarMe gusta mucho vuestro blog Rosa y tus relatos que, aún siendo micro, son macrosugerentes y evocadores.
ResponderEliminarEstaré atenta a los siguientes :-)
Muchas gracias Nùria! Aquí te recibimos con las pupilas bien abiertas! :-)
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