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Fotografía: Fran Gala @erfran72 |
Ayer te dijimos adiós para siempre y hoy amaneció nublado. Siento una losa
en el pecho que me aplasta las costillas. He despertado pensando cómo voy a
hacer sin ti. La obsesión por el mañana me arrebata a jirones la serenidad que
creí ya conquistada. Desasosiego que ensombrece un presente que creía más que
dulce. Que me obliga a bordar conjeturas de diseño indescifrable, que me arroja
a pensar escenarios que acaban en precipicio.
Ese no saber me angustia. Me atribula las mejillas mientras miro hacia el
cielo y te busco. Viene cargado de nubes impregnadas de presentimiento. Abajo,
en el río, las corrientes mantienen a las aguas negras prisioneras y las hacen
bailar al son de una música sin murmullo. No sé si me paraliza más el terror o
la belleza. Soy consciente de que llegados a este punto sólo hay una salida
posible. Pensarte.
Cierro los ojos y atraigo hacia mí aquello que me dijiste justo antes de
marcharte. Entre mis propios besos y los sollozos ajenos pude alcanzar a
entender las palabras entrecortadas que me murmurabas desde tu lecho:
“Niña mía, no te aflijas. No te aferres al pasado. Te arrastrará a las
profundidades del río si tú se lo permites. Mira hacia adelante. Las nubes
negras terminan pasando, las bandadas de golondrinas se las acaban llevando con
ellas. No temas a la incertidumbre. Nos hace aún más conscientes de que la
sangre nos corre a borbotones por las venas. Nos mantiene la curiosidad
ardiente y las ganas de saber más vivas. No adelantes vísperas. Saborea las
aventuras que están por llegar. Este cielo de luto abrirá paso a la lluvia. Sal
a la calle, baja a la orilla del río y déjate empapar. Porque cada gota que
roce tu cuerpo será una lágrima de alegría que te envío al saber el futuro
feliz que te espera”.
Se lo debo. Salgo a la calle y bajo al margen del río. Entonces rompe a
llover. Me arrodillo y dejo que la
tormenta me cale hasta los huesos. Alzo la mirada al cielo y me brota del pecho
la carcajada más grande que jamás nadie en el pueblo ha escuchado. Los nubarrones se esfuman y mi llanto
aliviado se mezcla con las aguas turbias hasta convertirlas en manatial cristalino.
Texto: Rosa Muro @pink_wall
Os váis superando día a día, la fotografía, preciosa, y el texto, maravilloso.
ResponderEliminarLa idea es mejorar día a día :-))) Gracias Julián, por lo que dices, y sobre todo por tu tiempo. ¡Un beso!
EliminarMe ha encantado! Enhorabuena, fantástica la narración y preciosa la fotografía. Un gran descubrimiento vuestro blog.
ResponderEliminarGracias.
Berni
Muchísimas gracias! Te damos la bienvenida al blog. Esperamos que sigas disfrutando de nuestras fotohistorias. Estás en tu casa!
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