lunes, 17 de noviembre de 2014

LA SONRISA CONGELADA


Fotografía: Fran Gala @erfran72


Lucía una piel perfecta, bronceada en su justa medida y los ojos rasgados enmarcados por pestañas infinitas. Tenía un cabello largo y ondulado con reflejos dorados impecables y unas piernas eternas que hacían suspirar a quienes en secreto soñaban con ella. Se aparecía etérea a ojos de quienes la miraban. Se esforzaba hasta el agotamiento para proyectar esa imagen.

Sentía un rechazo carente de lógica hacia la sencillez. Pensaba que al presentarse ante los demás sin artificios sus defectos se tornarían evidencias. Creía firmemente que al adornar su aspecto y su actitud conseguía disfrazar inseguridades y miedos.

Pasaba horas enteras frente al espejo buscando imperfecciones que sólo vivían en su imaginación. Se preocupaba por arrugas todavía inexistentes y olvidaba que el surco que formaba su sonrisa  poseía más atractivo que cualquier lápiz de labios de precio inconfesable. Su propio reflejo sólo le devolvía una sonrisa congelada.

Llenaba de barroquismo sentimental el gran vacío que se negaba a admitir que sentía. Cuanto más retorcidas eran sus relaciones más se aferraba a ellas. Su mala suerte crecía en la misma proporción en que maquillaba su vida. Tuvieron que esfumarse su belleza, su juventud y el marido millonario con quien se casó pese a que no le hacía feliz. Tuvo que perderlo todo para encontrarlo todo.

Una noche, al saberse sola, sin un céntimo y con la piel ajada, se sentó frente al tocador. Comenzaron a brotar todas las lágrimas que no se había permitido derramar en el pasado. Su rostro se escondía tras capas de maquillaje que habían formado una máscara aparentemente imborrable con el  paso del tiempo. El llanto arrastró toda aquella pintura de guerra. Para su sorpresa ante ella se mostró un rostro sereno, surcado de pliegues, pero todavía hermoso.

Se le abrieron los ojos ya limpios hasta vislumbrar la clave. Había librado una gran batalla contra la visión que de sí misma tenían los demás. Una imagen enferma, distorsionada, que la mantenía confundida y la convertía en pobre de espíritu.  Le había costado más de siete décadas llegar a una conclusión tan simple como certera: En la sencillez reside la belleza.


Texto: Rosa Muro @pink_wall

1 comentario:

  1. En la sencillez reside la belleza... Resumes en una simple frase todo lo anterior, Rosa. Encantadoramente encantardora.

    ResponderEliminar