Fotografía: Fran Gala @erfran72 |
Blog de fotografía artística y microliteratura. Pequeñas historias que toman como protagonistas a las imágenes que las inspiran. Nuestro universo particular visto a través de la pupila y de la imaginación.
lunes, 24 de noviembre de 2014
lunes, 17 de noviembre de 2014
LA SONRISA CONGELADA
Fotografía: Fran Gala @erfran72 |
Lucía una piel perfecta, bronceada en su justa medida y los ojos rasgados enmarcados por pestañas infinitas. Tenía un cabello largo y ondulado con reflejos dorados impecables y unas piernas eternas que hacían suspirar a quienes en secreto soñaban con ella. Se aparecía etérea a ojos de quienes la miraban. Se esforzaba hasta el agotamiento para proyectar esa imagen.
Sentía un rechazo carente de lógica hacia la sencillez.
Pensaba que al presentarse ante los demás sin artificios sus defectos se
tornarían evidencias. Creía firmemente que al adornar su aspecto y su actitud
conseguía disfrazar inseguridades y miedos.
Pasaba horas enteras frente al espejo buscando imperfecciones
que sólo vivían en su imaginación. Se preocupaba por arrugas todavía
inexistentes y olvidaba que el surco que formaba su sonrisa poseía más atractivo que cualquier lápiz de
labios de precio inconfesable. Su propio reflejo sólo le devolvía una sonrisa
congelada.
Llenaba de barroquismo sentimental el gran vacío que se
negaba a admitir que sentía. Cuanto más retorcidas eran sus relaciones más se
aferraba a ellas. Su mala suerte crecía en la misma proporción en que
maquillaba su vida. Tuvieron que esfumarse su belleza, su juventud y el marido
millonario con quien se casó pese a que no le hacía feliz. Tuvo que perderlo
todo para encontrarlo todo.
Una noche, al saberse sola, sin un céntimo y con la piel
ajada, se sentó frente al tocador. Comenzaron a brotar todas las lágrimas que
no se había permitido derramar en el pasado. Su rostro se escondía tras capas
de maquillaje que habían formado una máscara aparentemente imborrable con
el paso del tiempo. El llanto arrastró
toda aquella pintura de guerra. Para su sorpresa ante ella se mostró un rostro
sereno, surcado de pliegues, pero todavía hermoso.
Se le abrieron los ojos ya limpios
hasta vislumbrar la clave. Había librado una gran batalla contra la visión que
de sí misma tenían los demás. Una imagen enferma, distorsionada, que la
mantenía confundida y la convertía en pobre de espíritu. Le había costado más de siete décadas llegar a
una conclusión tan simple como certera: En la sencillez reside la belleza.
Texto: Rosa Muro @pink_wall
lunes, 3 de noviembre de 2014
INVISIBLES
Fotografía: Fran Gala @erfran72 |
El amanecer despierta desesperanzado de nosotros. El alba ya
no le echa ganas al mundo. Hace tiempo que no nos tiene fe. Los rayos de sol
nos persiguen intentando acariciarnos la piel y casi siempre se quedan a las
puertas de lograr templarnos. Nuestra prisa les esquiva y acaban finalmente
dándose por vencidos. Se dan media vuelta cabizbajos y con los hombros
encogidos. Nos dejan por imposibles, con la tez cetrina, sin brillo y la mirada
opaca de sueños.
Corremos. Corremos intentando llegar a lugares que sabemos
inalcanzables de antemano. Tenemos la certeza de que la perfección que
anhelamos no existe. Y a sabiendas de todo esto nos aferramos a esa quimera.
Nuestro afán nos envuelve en una necedad ciega que ni siquiera nos molesta. Rozamos
los límites de la ridiculez y nos convertimos en seres absurdos y patéticos.
Escalamos cimas sin pararnos en los miradores a apreciar el
paisaje. Empujamos a la cuneta a quienes creemos que nos puedan adelantar en la
subida. Llegamos incluso a pisotear los cuerpos sin vida de quienes se quedaron en el
camino. Intentamos conquistar el fin del mundo cuando tan siquiera sabemos
apreciar el regalo que supone el inicio de un nuevo día.
Vivimos tan acelerados que nuestra esencia se desintegra. Nos
acabamos desdibujando. No olemos, no sentimos, no palpamos. Perdemos la
capacidad de ver a los demás. Nuestro propio reflejo se pierde. Somos
invisibles.
Menos mal que la naturaleza, pese a su desesperanza hacia
nosotros, es generosa y no se rinde. Nos sigue dando el voto de confianza que no
deberíamos merecer. Por eso cada mañana vuelven los rayos de sol que parecían
vencidos para darnos una nueva oportunidad. Quizás deberíamos probar a
permanecer inmóviles y dejarnos templar.
Texto: Rosa Muro @pink_wall
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