lunes, 25 de noviembre de 2013

EL MAGO

Fotografía: Fran Gala @erfran72



-          Me he enamorado.
-          ¡No me digas! ¿Y de quién?
-          De un mago.
-          ¿Cómo un mago? Pero mago, ¿mago?
-          Mago, ¡mago!


Un mago. De los de chistera negra en la cabeza y palomas blancas en los bolsillos. De los que hacen desaparecer pensamientos oscuros conviértendolos en océanos de luz . De los que vuelven a unir lo que alguien antes deshizo, sin dejar la más mínima marca o cicatriz. De esos que con un ¡abradacadabra! te hacen abrir los ojos como platos y te dilatan las pupilas igual que cuando eras niña. Y te brillan los ojos como entonces. Y no puedes parar de sonreír.

Es experto en escapismo. Para ser exactos, se ha especializado en deshacer nudos. Su abuelo y su padre eran marineros. Todos los nudos que hacían aquellos hombres en la mar los deshacía él al llegar a casa. No importaba lo dificultosos o elaborados que pudieran llegar a ser. En las redes, en las cuerdas de amarre, en los cordones de las botas… No se le resistía ni uno solo.

Conmigo practica antes de cada espectáculo. Es capaz de soltarme un nudo del estómago sin apenas esforzarse, con dos susurros y un “te quiero”. Los de la garganta tampoco se le dan mal. Aunque éstos últimos le resulta más sencillo hacerlos que deshacerlos. Y cada noche desenreda la maraña de mi cabello a besos hasta acabar con todos los nudos que me causa el desasosiego del día a día.

Ahora se encuentra sumido en un proyecto que le obsesiona. Busca el truco de magia perfecto. Consiste en desanudarme la vida entera y desnudarme por completo, ambas cosas a la vez, en el menor tiempo posible. Creo que está a punto de conseguirlo. Pero no se lo voy a decir todavía. Practiquemos un poco más. 


Texto: Rosa Muro @pink_wall



lunes, 11 de noviembre de 2013

EL SUEÑO DEL CISNE

Fotografía: Fran Gala @erfran72


No se había planteado que aquel trabajo en el restaurante pudiera resultar tan duro. El dolor de pies le está mortificando. Se baja de la bicicleta con gesto cansado y la apoya en la pared, cerca de su ventana, para poder vigilarla bien desde el interior. Ya le ha "desaparecido" tres veces este mes, pero milagrosamente siempre vuelve a ella. Entra en casa cerrando de un golpe la puerta del sótano que tiene alquilado y se tumba, sin quitarse el uniforme, en el viejo sofá-cama. Hay un  muelle suelto en el asiento que le está destrozando la espalda pero se encuentra tan agotada que cae rendida casi al instante.

Su cuerpo se relaja y comienza el viaje. Todas las noches a la misma hora. Justo cuando la luna ya se ha lavado la cara y las estrellas le adornan el pelo. Es precisamente entonces cuando los sueños saltan desde su camastro y con pasos cortos pero firmes se pierden entre callejas de anhelos. Siempre le ha gustado soñar despierta, pero la noche tiene esa magia que hace los sueños más alcanzables. Todos los imposibles se convierten en posibilidades después de que caiga el sol.

Sueña que es bailarina. Una bailarina de las de verdad, de las de falda de tul, pelo recogido en un moño bien tirante y los dedos de los pies deformados de tanto echarle pasión a la vida. Una bailarina de las que dejan deslizar lágrimas por sus mejillas mientras gira y gira cuando muere el cisne. De esas que no consiguen sacar las manchas de sangre que la búsqueda de la perfección deja en sus zapatillas de ballet.

Sueña que además es buena en lo suyo. ¡Qué digo buena! Es realmente excepcional. El público la aplaude, enfervorizado y puesto en pie, justo antes de que caiga el telón. Y ella, de puntillas todavía al acabar la función, saluda una y otra vez, buscando ansiosa entre reverencia y reverencia la presencia cómplice de él en el patio de butacas. Y llega el mejor momento de la noche, cuando sueña que los ojos de ambos se encuentran. Es un cruce de miradas que dura sólo un instante. El instante justo para que las luces del teatro se apaguen y el público enmudezca. De pronto están ellos dos solos en medio de la multitud. 

Pero los sueños no crecen así como así. Por suerte o por desgracia se alimentan de realidad. Así que cada mañana ella despierta, se pone el uniforme y se recoge el cabello en un moño. Bien tirante, eso sí.  Pedalea hasta el restaurante mientras desgrana lo que su mente ha imaginado horas atrás y sonríe. Algún día se convertirá en cisne. Y él, extasiado desde su asiento, la verá morir bailando. Sus miradas, al fundirse en una sola, harán estallar los focos del teatro en mil pedazos. Si eso no ocurre algún día, sucederá al menos una noche más. Esa misma noche sin duda. Y todas las noches del resto de su vida. 


Texto: Rosa Muro @pink_wall

lunes, 4 de noviembre de 2013

SACARME A BAILAR

Fotografía: Fran Gala @erfran72



¿Cuánto tiempo llevas aquí, a mi lado, despeinándome las risas y acariciando mis penas? Te conozco desde que tengo uso de razón. Quizás incluso desde antes. Me has acompañado en todos y cada uno de los momentos importantes de mi vida. Tengo junto a ti un recuerdo de cada instante que ha merecido ser mantenido en un rincón privilegiado de mi memoria.

Si he llorado tú estabas ahí. Me mecías entre tus brazos con mimo, como si fuera una niña pequeña, hasta que el llanto pasaba y sentía que todo volvía a estar bien. Si he reído jamás me has fallado y te has hecho eco de mis risas. Y si me invadía la melancolía tú me tendías la mano y me obligabas a levantarme de la silla para sacarme a bailar.

Has sido la alegría de todas mis fiestas y el alivio de mis soledades. Has calmado mis arranques de ira, poco a poco, haciendo alarde de una paciencia infinita. Me has guiñado un ojo cuando el amor me rondaba. Jamás me enamoraría de alguien que a su vez no te amase como yo te quiero a ti. Has marcado el ritmo de cada beso suave, cada cálido abrazo y cada pasión encendida. Y me has secado las lágrimas con infinita ternura cuando las llamas se iban apagando y el alma se me quedaba triste y fría. Nadie como tú la sabía templar.

Sé a ciencia cierta que seguirás cogiéndome la mano en mis paseos infinitos por playas de invierno. Sé que estarás a mi lado el día que el destino decida que este viaje maravilloso que es la vida ha llegado a su fin para mí. Tú sabes que si pudiera elegir cómo despedirme ese día lo haría con una fiesta. Y tú serías protagonista de esa celebración. Porque las despedidas también se celebran si el camino ha sido dulce.

Sé que estarás siempre conmigo, que  jamás me vas a fallar. A veces incluso te me apareces en sueños. ¿Vosotros no soñáis con la música? Yo sí. Y el día que no lo haga prefiero no despertar. 


Texto: Rosa Muro @pink_wall